Post redactado por Lilah Levy.______________________________
¿Cuál puede ser la relación entre Pietr Mondian, genial pintor holandés nacido a fines del siglo XIX, y un trío musical argentino del siglo XXI? La vida y obra del padre del neoplasticismo funciona como disparador estético en el proyecto de Leo Caruso, alma mater de Club Mondrian. De hecho, la decisión de pintar exclusivamente con los colores primarios inspiró al pianista, vocalista y compositor porteño a la hora de trabajar -él también- con los colores primarios de la orquesta, con la sección rítmica (piano, contrabajo y batería) y con los tres acordes básicos del blues.
Éste no es el sonido de la esclavitud y de los campos de algodón. Más bien es aquél de los descendientes de generaciones de esclavos que llegaron a las grandes ciudades, que descubrieron un futuro no tan distinto al pasado, que reencontraron la vieja opresión en el trabajo precario, en la miseria, en la segregación, pero que igual brillaron y soñaron.
La propuesta de Caruso no es purista: reedita el sonido de las décadas del ‘40 y ‘50, de los After Hours blues (definidos como “eso que suena cuando la noche ya se evapora, y es hora de irse a casa con alguien”), los grandes tríos (como el de Nat King Cole, o los Three Blazers con Charles Brown). También la atraviesan los colores de otras grandes corrientes musicales del siglo XX: George Gershwin, los Beatles, los Doors. Esos nuevos-viejos blues cargan la intangible elegancia de un repertorio de hipnótica y austera sensualidad
¿Cuál puede ser la relación entre Pietr Mondian, genial pintor holandés nacido a fines del siglo XIX, y un trío musical argentino del siglo XXI? La vida y obra del padre del neoplasticismo funciona como disparador estético en el proyecto de Leo Caruso, alma mater de Club Mondrian. De hecho, la decisión de pintar exclusivamente con los colores primarios inspiró al pianista, vocalista y compositor porteño a la hora de trabajar -él también- con los colores primarios de la orquesta, con la sección rítmica (piano, contrabajo y batería) y con los tres acordes básicos del blues.
Éste no es el sonido de la esclavitud y de los campos de algodón. Más bien es aquél de los descendientes de generaciones de esclavos que llegaron a las grandes ciudades, que descubrieron un futuro no tan distinto al pasado, que reencontraron la vieja opresión en el trabajo precario, en la miseria, en la segregación, pero que igual brillaron y soñaron.
La propuesta de Caruso no es purista: reedita el sonido de las décadas del ‘40 y ‘50, de los After Hours blues (definidos como “eso que suena cuando la noche ya se evapora, y es hora de irse a casa con alguien”), los grandes tríos (como el de Nat King Cole, o los Three Blazers con Charles Brown). También la atraviesan los colores de otras grandes corrientes musicales del siglo XX: George Gershwin, los Beatles, los Doors. Esos nuevos-viejos blues cargan la intangible elegancia de un repertorio de hipnótica y austera sensualidad
Club Mondrian se desliza, exquisito, entre las fronteras… “Así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas (…) es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore” escribió con fascinación Julio Cortázar.
Pablo Leone en el contrabajo, Demián González Premezzi en la batería y el mencionado Caruso en el piano ofrecen una propuesta de género pero con mirada de autor. La fiesta del trío con nombre de pintor siempre termina rockeando, y ahí la savia del blues viaja con total fluidez desde el tronco hacia sus ramas mientras asoma la inquietante cresta de la noche.
El próximo miércoles 10 de febrero en el Roxy Live Bar, Club Mondrian seguirá presentando su material más reciente. No se lo pierdan.