
Si habrá alguien que merezca un tributo, ese es Fats Domino, el auténtico pionero del rock and roll junto con Ike Turner y Bill Haley. El ingrediente que hacía irresistible su música era el swing de su banda, lo inmediatamente adictivo de sus canciones, y ese piano inquieto y querendón. “The fat man”, un hit menor de 1949, es tal vez el primer rock and roll de la historia, pero como él mismo dijo al respecto: “Nunca se supo bien cuando el rhythm & blues comenzó a ser llamado rock and roll”.
Como tributo a un señor voluminoso, tanto en su figura como en su legado musical, “Goin´ home” es doble, lo cual es justo ya que si se hubieran anotado todos los que recibieron algo de su enorme influencia, la nómina sería interminable y alcanzaría para un tributo cuádruple. Ya aquí hay algunos nombres que son bronces en sí mismos: John Lennon, Paul McCartney, Elton John, Willie Nelson, Robert Plant, B.B. King y Neil Young, solo para nombrar alguno de ellos. Todos acometieron la tarea con entusiasmo, ya que efectivamente se sienten en deuda con este señor, casi un octogenario, que supo generarles el entusiasmo necesario como para abrazar una vida consagrada a la música.
John Lennon participa aquí gracias a que su viuda, Yoko Ono, cedió los derechos de su versión de “Ain´t that a shame”, que apareciera originalmente en su álbum Rock ´N Roll. Y hay que darle aquí la derecha a Phil Spector, que produjo aquella versión de 1975 tan bien, que frente al tema siguiente, “I´m walkin'” hecho por Tom Petty & The Heartbreakers, grabado 30 años después, no hay un abismo sonoro y tecnológico de distancia.
B.B.King, el rey del blues y contemporáneo de Fats Domino, ofrece una recreación incendiaria de “Goin' home”, y llama la atención como B.B. King se pone cada día más viejo, pero sus grabaciones suenan cada vez más calientes. Hasta Joss Stone, acompañada por otra leyenda del blues, Buddy Guy, logra la intensidad necesaria como para no desentonar en este desfile de estrellas. Paul McCartney se hace acompañar en el piano por Allen Toussaint, otra leyenda de New Orleans, ciudad de la cual Fats Domino es sinónimo, y le da el toque justo a “I want to walk you home”.
Lenny Kravitz, en cambio, destroza “Whole lotta living” llevándola al terreno funk con la ayuda de Maceo Parker. Robbie Robertson, que fuera violero de Bob Dylan y The Band, remonta a la estratósfera “Going to the river” con un tratamiento espacial. Lo de Neil Young con “Walking to New Orleáns”, es una pequeña obra de arte; no es muy común escucharlo con una orquesta respaldándolo, y en verdad, le sienta muy bien y le da un toque evangélico. Norah Jones surge muy delicada con su cariñosa interpretación de “My blue heaven”, y resulta una sorpresa la versión ska de “Be my guest” hecha por The Skatalites con Ben Harper en la voz principal.
Hay muchísimas más versiones, cada una de ellas digna de ser destacada, pero sería seguir buscando adjetivos superlativos en pos de completar la nómina. Goin' home: A tribute to Fats Domino, triunfa no solo por la calidad de los intérpretes y la nobleza de los temas del buen Fats, sino porque el cariño que han despertado las canciones de este buen hombre perdura tanto en sus discípulos como en la gente que supo disfrutarlas en los '50. Se trata de un tributo sentido en serio. Y se nota tanto como se disfruta.Sergio Marchi